En esta sección damos la palabra al propio autor
No hay mejor presentación de una obra que la que hace el propio autor, por esta razón hemos recogido el texto tal como fue escrito en el programa de mano de la obra. En él, Ricardo López Aranda se dirige directamente al espectador que va a ver su obra en los minutos que siguen la lectura del mismo.
El autor os invita a ver la obra
Mis queridos amigos:
Me dirijo aquí, ahora, a ustedes los adultos, que han venido al teatro acompañando a los niños sus hijos, a sus sobrinos, o a sus nietos. Y si me dirijo desde este papel del programa de mano a ustedes únicamente —en cuanto se levante el telón estaré hablando a todos, pero, sobre todo, a los niños— es porque sé por experiencia, por mis propios hijos, que los niños no leen los programas de mano.
De modo que aprovecho este momento para hablarles.
Y lo que quiero decirles es; Este espectáculo es también para ustedes, es para todos: niños y adolescentes; jóvenes y adultos. Para todos, cualquiera que sea su procedencia su clase o cultura.
Lograr esto, no ha sido lo más difícil del empeño: Primero porque la materia prima —"Don Quijote de la Mancha"— es la mejor novela que se haya escrito jamás, y su personaje central el más grandioso concebido por la mente humana, superior a esas cimas geniales que son Prometeo y Segismundo, Fausto y Hamlet tiene en sí elementos suficientes para interesar y aún apasionar a todos.
Lo más difícil va a ser... que todos —no sólo los niños— vengan a comprobarlo. ¿Por qué?
Nosotros —ustedes y yo— los adultos españoles no sólo hemos leído, y varias veces, "El Quijote", sino que hemos visto ya varias películas, obras de teatro, programas de televisión y aún zarzuelas sobre el tema de Don Quijote (como esa extraordinaria de texto y partitura que lleva el título de "El huésped y el Sevillano").
Pero ¿qué ocurre con esto? Que algunos tienen una como sobresaturación del personaje: "Otra vez Don Quijote"? ¡"Pero...; si ya lo conocemos de sobra"! etc...
Por eso debo suponer que los adultos que están aquí, ahora, en este teatro, leyendo este programa, mientras esperan que se alce el telón, han venido... más por acompañar a los niños de la casa —a los que es un deber enseñar nuestro glorioso personaje— que por interés personal en ver y oír "una vez más" las aventuras de nuestro inmortal manchego.
Pues bien; yo les aseguro que les va a sorprender lo que van a ver y a oír. Que les va a apasionar.
Pero aún nos hemos propuesto más: que usted —que ha venido "por los niños"— vuelva otra vez, con... o sin los niños. Que hable de lo que aquí va a ver con sus amigos y les incite a que vengan también, aunque no tengan niños a los que acompañar. O los tengan ya en edad de ir a la discoteca, o a bailar.
Mas aún: para los jóvenes, los del fútbol, o la guitarra, con melena o sin ella, está también pensado este Don Quijote. Porque este espectáculo está hecho para que —como a las bodas y los bautizos— vengan... todos; la familia completa; y los amigos; y los amigos de los amigos. Porque esta versión de Don Quijote es —lo van a comprobar ahora mismo— lo de siempre, sí... pero insólito; lo familiar, pero sorprendente.
Por eso esperamos que, usted grite también con los niños: " ¡Dulcinea! ".
Si oímos esas voces adultas de la experiencia mezcladas con las de los niños sabremos que Don Quijote sigue vivo, y lo seguirá por siempre y para todos.
Con mis más cordiales saludos.
Ricardo López Aranda
Este texto fue editado en el programa de mano de la representación de la obra en el Teatro María Guerrero en 1973.